Gato_Solo
Out-freaking-standing OTC member
Aquella mañana, las cacatúas enrolladas tenían un tamborito de padre y señor mío en el patio limoso, mientras, unas lavaban y otras tendían la ropa. Y es que las curvilíneas estaban encolerizadas porque sus quita fríos estaban desempleados y no había manera que consiguieran chamba. Y como estos se hallaban bebiendo Seco Herrerano con vaca, bajo el palo de mamón, mientras jugaban dominoes, ellas los insultaban.
Uno de ellos, Jeremías, de 30 abriles, era el único que aún seguía trabajando y ya sus patronos le habían dicho que debido a la maldita globalización, el libre comercio, la baja de los aranceles y a la mala política del gobierno, tendrían que botar a unos cuatrocientos empleados para fines de mes, pero, aún le quedaba chen chen, para brindarle a sus amiguitos el botellón de Seco Herrerano. Era el día libre y los hombres se ponían a entonar cánticos obscenos para no oír bien los insultos que les dirigían las curvlíneas.
Jeremías le dijo a los demás que se olvidaran de conseguir trabajo como antes, porque eso de que habría trabajo para todos ellos, muy pronto, eran puro cuento, pura demagogia política, de los que querían seguir disfrutando de la papa o los que deseaban llegar a ella, que los puestos que se pierden no se vuelven a recuperar, que esas eran las reglas del juego ahora que estaba entrando la cruel globalización, que lo se iba a imponer en lo sucesivo, era el sub empleo, o sea poner un puesto de venta de algo, por ahí, o ir a vender plátanos por los semáforos, o arrastrar su carretilla de chicha y empanadas, porque el movi viene tof, para el futuro
La única que no gritaba era la esposa de Jeremías, la más bella del patio limoso de aquella vieja casa de inquilianto, la preciosa Aurora, una fulita de largos cabellos, ojos claros, pechos bien formaditos, ni grandes ni pequeños, caderas sensuales, piernas largas y bien torneadas y una carita de muñeca que volvía locos a los vecinos. Aurora, mejor conocida como La Fula era muy joven, con sus 19 añitos. Jeremías, que era como ella del interior, se la trajo de alla onde uno, desde que la curvilínea tenía 17 añitos, porque estaba loco porque la jovencita. Y ella decía que lo adoraba, pero, Régula, la vieja bochinchosa del patio limoso decía que eso eran cuentos, que Aurora era una quemona, que se veía con varios fulanos de la vecindad, en especial con el famoso detective privado Uña e' Perro, que la iba a buscar en su carrazo último modelo para llevárse-la por las afueras a beber Seco Herrerano con vaca, a comer pescado frito y luego a conversar sobre el desempleo y los problemas sociales que esta situación trae consigo.
Aparte de Uña e' Perro, Aurorita se veía con Memín, el negrito salsoso del vecindario, que gusta levantar mujeres casadas, pero, el amante fijo de Aurora, era un taxista de nombre Perencejo, quien se la llevaba para la playa de Veracruz, y allá bebían mucho Seco Herrerano, mientras se bañaban o disfrutaban del amor prohibido.
Así decía Régula y es que a esta vieja no se le escapa nada. Por ejemplo, Jeremías fue llamado por la secretaria fulita y bonita de la empresa, la que es querida del jefe grande, y le entregó la carta de la patada, mientras la perversa chiquillona se reía a carcajadas, porque así son 0.de perversas esas secretrias que se creen la divina pomada.
Régula regó por todo el patio limoso que Jeremías había sido botado. Aurorita se dió cuenta. Y entonces, todos los días le gritaba al pobre hombre que buscara trabajo, y le recordaba que "hombre que no trabaja no tiene derecho a tener mujer" y no quería darle cariñitos al pobre buay. Pasaron las semanas, los meses, y el man no conseguía trabajo, y el tipo se puso flaco y enfermo, y en cambio, Aurorita estaba tan sana, tan linda y tan sinverguenzona como siempre. Por fin, Aurorita consiguió a un negrito de nombre Percival Joseph Morgan, de 28 años, quien llegara a Panamá huyendo desde Nueva York, porque allá lo buscaban por traficante de drogas y asaltante. El era de Rio Abajo, y fue a la ciudad norteña a buscar mejores horizontes. Ahora vivía con su tío, Lionel Parrish, en el piso alto de la vieja casa de inquilinato. Aurorita tenía una pequeña hija, que era la adoración de Jeremías, y un día, la cruel mujer, le tiró todos los trapos afuera, y lo largo, y en esos momentos venía llegando el negrito con su maleta. Jeremías se disgustó y retó a pelear al negrito, y ambos se dieron puñete del bueno en el patio limoso, pero, al final, iba perdiendo Jeremías, quien recordó su puñal rascatripas y se lo mandó a guardar a Percival, quien pegó un grito tan fuerte, que lo escucharon en Nueva York. Ambos fueron llevados al Santo Tomás., donde las bellas doctorcitas los curaron. Percival quedó preso, y dicen que lo van a extraditar a Nueva York, donde probablemente lo condenen a la silla eléctrica, porque tiene otros delitos pendientes.
Aurorita lloró mucho, cuando apresaron a su amor, y ahora quiere llevarse al taxista, pero, nadie la quiere como mujer de asiento, porque es muy quemona. Ella ha dicho, que mejor así, que saldrá a rebuscarse con los buaycitos por ahí, para mantener a su hija y darse todos los lujos que siempreha deseado, y así no tendrá compromisos con nadie. Sí, señores.
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